martes, 12 de noviembre de 2013

Ni diez días...

...voy a tardar en desdecirme?

Pues voy en camino.

Como siempre, al acabar el maratón juramos no volver a correr. "Es demasiada distancia", "no es bueno", "con medio ironman no acabas así"... La película de siempre. Esa noche ya había quien decía "bueeeenoooo".

Lo malo se olvida y queda la droga de este deporte. La verdad es que todo ha sido gradual. El sufrimiento se va como licuando en el recuerdo. Ya  no es algo tan sólido, tan claro. Y empiezas a pensar que no ha estado tan mal. ¡¡Y no lo ha estado!!

Al cabo de un par de días escuché a Chema Martínez en la radio (con la pájara que le dio en Nueva York). Me hizo sentir una gran solidaridad y volver a pensar en positivo.

El domingo corrimos la fantástica Behobia*. Me encontré mejor de lo que pensaba... Y ya tenemos el lío.

Me parece que nadie me libra de cruzar la Puerta de Brandeburgo en 2014.
*La fiesta del running que es la Behobia se vio ensombrecida por la muerte de una chica de 30 años de Cizur Mayor en la recta de meta

martes, 5 de noviembre de 2013

(Probablemente) Mi último maratón

Foto en la Feria del Corredor del día anterior. Falta Asier

He dicho tantas veces que no iba a hacer algo que finalmente he hecho, que ya no me atrevo a afirmar nada categóricamente, pero este es, probablemente, mi último maratón. Primero, por que el entrenamiento supone un nivel de dedicación que exige renunciar a muchas cosas; y, segundo, porque no me imagino correr otra carrera que el Maratón de Nueva York, la mejor del mundo.

La mejor carrera del mundo
No soy un experto mundial en carreras populares, pero en España he corrido unas cuantas, y he corrido esta. Estoy seguro que ninguna otra experiencia de maratón se acerca a lo que se vive por las calles de los cinco barrios de Nueva York. Desde la salida con el impresionante Verrazano Bridge delante al son de Sinatra y su New York, New York; pasando con los pelos de punta y en volandas por Brooklyn y sus bandas de rock, sus policías que te chocan los cinco, sus vecinos que montan sus puestos de avituallamiento con agua y golosinas, sus coros de góspel... Y, por supuesto la llegada a Manhattan que te hace pensar que eres alguien importante en el mundo del running... Y en general la ciudad. ¿En qué otro lugar te aplauden en una tienda cuando te ven con tu medalla de finisher?

Pero no es la mejor carrera del mundo por nada de eso. Es la mejor carrera del mundo, por encima de todo, por sus voluntarios. Miles de personas de todas las edades, razas y credos que, permanentemente, te miran a los ojos y te dicen que buen trabajo, que lo que haces es algo grande (te lo dicen a ti y sólo a ti), te dan la enhorabuena y te abrazan, te preguntan si te encuentras bien. El resto de experiencias no puedo decirlo, pero esta sí, estoy seguro, es irrepetible.

Mi carrera particular
Y en concreto mi carrera... Sufrí como nunca. El primer contratiempo fue una necesidad de ir al baño que empezó en el km 5 y fue aumentando. En el 15 no pude más y tuve que parar, soltando a Leire y Javier que eran mi 'grupetto'. Esto me supuso ir 10 km apretando el abdomen, algo que creo que luego me salió muy caro. Lección 1: Si tienes ganas de ir al baño y está claro que en algún momento vas a tener que parar, hazlo pronto. Parar también supuso tener que remontar una diferencia de un par de minutos en 5km. Creo que eso lo hice bien, porque en ningún momento bajé de 5min/km hasta enlazar, con lo que el esfuerzo creo que estuvo bien medido. Eso sí, arrancar a correr otra vez después del parón me costó un mundo. A partir de ahí todo fue bastante bien hasta llegar a la primera avenida. Queensborough Bridge lo pasamos despacito y con mucha inteligencia, y nos enfrentamos a la primera avenida. El primer tramo se pasa volando, ves a gente conocida y el ánimo del público es increíble, pero llegas al 30 y empieza la carrera.

Una carrera de 10,2 km... que empieza en el 30
En ese momento yo ya sabía que iba a sufrir mucho. Iba muy justo en la zona abdominal y los cuádriceps... y quedaba un mundo. Javier se había ido poco a poco un par de km antes, pero Leire insistía en quedarse, a pesar de ir claramente más rápida. Finalmente me soltó en el puente de entrada al Bronx. Ese fue uno de los momentos clave. Aguanté el tirón y fui capaz de seguir a pesar de ver por delante más de 1 hora de mucho dolor. Al entrar en Manhattan otra vez tenía asumido que iba a sufrir como un perro, pero ya no tenía dudas de acabar y... ¡ahí estaba Leire! Había tenido también problemas de flato/abdomen y se había tenido que parar. '¡¡Vamos, sólo quedan 7 y eso lo hacemos seguro!!' y juntos tiramos para adelante. El ritmo no era malo, sobre 5.30 min/km. Yo tenía bastante subidón, porque había sido capaz de reponerme de muro y asumir el sufrimiento ¡estaba ganando al Maratón!. Pero llegó el final de la Quinta Avenida y esa subida que ya me ha destrozado dos veces. No se acababa nunca y terminó de sobreacargarme cada fibra entre el pecho y las rodillas. Entramos en Central Park y empiezo a notar que el tema se está poniendo muy mal. Le advierto a Leire que la cosa está chunga y... me quedo completamente clavado con calambres en toda la zona abdominal. Le digo a Leire que siga y empiezo a andar... Dos kilómetros y pico que no se me van a olvidar. En cuanto arrancaba a trotar cada abdominal se iba tensando hasta contraerse y me tenía que parar. Acabé corriendo con los dedos de las manos clavados en las abdominales para ver si se soltaban...  Y llegué. Llegué.

Y (probablemente) se ha acabado mi carrera como maratoniano en Nueva York 2013. ¡Qué gran escenario! Eso sí, recomiendo cualquiera correr un maratón. Es una experiencia y un aprendizaje (especialmente si no estás dotado para el atletismo, como es mi caso), y recomiendo por encima de todo, correr el Maratón de Nueva York.

El resto del equipo también sufrió... y triunfó. En general, ninguno hicimos la marca que nos habíamos propuesto. Pero nos llevamos la experiencia. Mikel se quedó cerca de las tres horas y veinte; Asier cerca de 3,40h; Javier, un par de minutos más que en 2009; Leire se estrenó por debajo de 3,55h; yo bajé de las 4h; y Carlos pasó por encima de su hernia con menos de 4,10h. Finishers, que es lo que cuenta.

domingo, 3 de noviembre de 2013

En capilla

Ayer llegamos a NY y tras la enésima cena de pasta nos fuimos a la cama a tratar de adaptarnos al horario de aquí. Naturalmente no lo logramos y a las 5 de la mañana estábamos ya en danza... La idea para hoy, víspera de la carrera, era ir a la feria a por los dorsales y descansar mucho. Lo primero lo hemos hecho bien. Lo segundo, para variar, de pena. Todo el día de pateo machacando piernas y pies, y para mejorarlo yo con el estómago revuelto y destemplado. Tropezamos de nuevo con la misma piedra... Bueno, ahora ya estamos con los últimos preparativos y a punto de salir para "la última cena"... La suerte está echada!!