Teníamos el objetivo de 2 horas e hicimos 1h59m37s, cumpliendo y dejándose Leire mucho en la recámara. De hecho, el último km lo hicimos a 4m50s, ¡casi nada!
Y eso que la gestión de la carrera fue un poco desastre. Puse mi Garmin405 a funcionar unos minutos antes de empezar y, como estábamos en zona arbolada, no pilló los satélites hasta el km 4. Conclusión: fuimos ciegos sobre el ritmo. Pero nos fue bien, porque Leire pilló ritmo por sensaciones y, obviamente, fue un buen ritmo. Luego, los km iban cayendo a un ritmo bueno sin que ella se agobiara ni se sintiera forzada.
Eso sí, ahora no hay excusa para San Sebastián. Hay que bajar de las dos horas con claridad.
La carrera
Es una pena que una ciudad como Bilbao tenga una media maratón así. No llegamos a 1.000 los corredores y, si bien el recorrido no está mal, es muy mejorable. Lo de mezclar corredores de segunda y primera vuelta es una chapuza, y lo de cruzarse unos con otros también. Está claro que cortar el tráfico es muy incómodo, pero correr todo el rato con coches al lado le quita mucha categoría a una carrera. Esa carrera necesita un replanteamiento y un empujón, porque si no se va a quedar así, en segunda división, toda la vida. Un detalle. La carrera fue ayer y los tiempos oficiales no se publican hasta... ¡el jueves! Eso sí, en su descargo tengo que decir que se los he pedido por teléfono y me han mandado el Excel.
Por cierto, un detalle que no puedo evitar. No he quitado el chip de Nueva York de las zapatillas y, como todavía no están muy machacadas, voy luciendo cinta roja por ahí. No lo puedo evitar...